domingo, 6 de maio de 2018

“La emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos”. Entrevista




 Karl Marx 

Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, entonces parte de la Prusia
renana. El autor de El Capital, publicado en 1867, nos legó una obra diversa,
compleja e inacabada que ha permitido a la izquierda y al movimiento obrero no
solo pensar el capitalismo sino dar consistencia programática a sus luchas por
un mundo más justo, sin opresión ni explotación. Para celebrar su 200 cumpleaños
el periodista económico francés Romaric Godin le entrevista en profundidad.
¿Considera usted que los mecanismos esenciales del capitalismo, son los mismos
después de dos siglos?
Karl Marx: La riqueza de las sociedades en las que reina el modo de producción
capitalista aparece como una inmensa acumulación de mercancías. Una mercancía a
primera vista parece algo trivial y de comprensión inmediata. Nuestro análisis
mostró en cambio, que es una cosa muy compleja.
El capitalismo financiero actual está dominado, más que nunca, por el
rendimiento, por el deseo de dinero. ¿Le sorprende?
El dinero en cuanto medio y poder universal (exterior, no derivado del hombre en
cuanto hombre ni de la sociedad humana en cuanto sociedad) para hacer de la
representación realidad y de la realidad una pura representación, transforma
igualmente las reales fuerzas esenciales humanas y naturales en puras
representaciones abstractas y por ello en imperfecciones, en dolorosas quimeras,
así como, por otra parte, transforma las imperfecciones y quimeras reales, las
fuerzas esenciales realmente impotentes, que sólo existen en la imaginación del
individuo, en fuerzas esenciales reales y poder real. Según esta determinación,
es el dinero la inversión universal de las individualidades, que transforma en
su contrario, y a cuyas propiedades agrega propiedades contradictorias.
El dinero aparece, pues, como poder desintegrador para el individuo y los
vínculos sociales que se dicen esenciales. Transforma la fidelidad en
infidelidad, el amor en odio, el odio en amor, la virtud en vicio, el vicio en
virtud, el siervo en señor, el señor en siervo, la estupidez en entendimiento,
el entendimiento en estupidez.
Como el dinero, en cuanto concepto existente y activo del valor, confunde y
cambia todas las cosas, es la confusión y el trueque universal de todo, es
decir, el mundo invertido, la confusión y el cambio de todas las cualidades
naturales y humanas. Aunque sea cobarde, es valiente quien puede comprar la
valentía. Como el dinero no se cambia por una cualidad determinada, ni por una
cosa o una fuerza esencial humana determinadas, sino por la totalidad del mundo
objetivo natural y humano, desde el punto de vista de su poseedor puede cambiar
cualquier propiedad por cualquier otra propiedad y cualquier otro objeto,
incluso los contradictorios. Es la fraternización de las imposibilidades; obliga
a besarse a aquello que se contradice.
Desde el colapso de los regímenes del bloque del Este, el marxismo ha sido
juzgado, sin embargo, muy negativamente por el mundo intelectual. ¿Qué opina?
Todo lo que sé es que yo no soy marxista.
Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al
que ha de ajustarse a la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento
real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este
movimiento se desprenden de las premisas actualmente existentes.
Uno de los grandes debates del momento tiene que ver con el libre comercio.
Muchos economistas creen que la globalización ha tenido en gran medida efectos
positivos y los principales dirigentes europeos se oponen al presidente de
Estados Unidos, Donald Trump, en este punto. Emmanuel Macron, el presidente
francés, se lo ha recordado recientemente se lo ha recordado a su homólogo de
Estados Unidos, a pesar de su cordial visita a Washington. ¿Está de acuerdo con
esta afirmación?
No se deje engañar por la palabra abstracta ‘libertad’. ¿Libertad de quién? No
es la libertad de cada individuo con relación a otro individuo. Es la libertad
del capital para machacar al trabajador.
¿Cómo puede ser?
Toda esta argumentación se reduce a lo siguiente: El libre cambio aumenta las
fuerzas productivas. Si la industria crece, si la riqueza, si la capacidad
productiva, en una palabra, si el capital productivo aumenta la demanda de
trabajo, aumenta igualmente el precio del trabajo y, por consiguiente, el
salario. La mejor condición para el obrero es el crecimiento del capital. Hay
que convenir en ello. Si el capital permanece estacionario, la industria no sólo
permanecerá estacionaria, sino que declinará, y el obrero será en ese caso la
primera víctima. El obrero sucumbirá antes que el capitalista. Y en el caso en
que el capital vaya creciendo, en ese estado de cosas que hemos calificado como
el mejor para el obrero, ¿cuál será su suerte? Sucumbirá igualmente. El
crecimiento del capital productivo implica la acumulación y la conservación de
capitales. La centralización de capitales conduce a una mayor división del
trabajo y a un mayor empleo de las máquinas. Una mayor división del trabajo
reduce a la nada la especialidad del trabajador y, colocando en lugar de esta
especialidad un trabajo que todo el mundo puede hacer, aumenta la competencia
entre los obreros.
¿Sería entonces usted favorable al proteccionismo que vuelve a estar de moda?
No crea que al criticar la libertad comercial tengamos el propósito de defender
el sistema proteccionista. Se puede ser enemigo del régimen constitucional sin
ser partidario del viejo régimen. Por lo demás, el sistema proteccionista no es
sino un medio de establecer en un país la gran industria, es decir, de hacerle
depender del mercado mundial; pero desde el momento en que depende del mercado
mundial, depende ya más o menos del libre cambio. Además, el sistema
proteccionista contribuye a desarrollar la libre concurrencia en el interior de
un país.
Pero entonces, ¿qué opina sobre la actual globalización del comercio?
Al igual que la clase burguesa de un país fraterniza y se une contra los
proletarios de su país, a pesar de la competencia y la rivalidad entre los
miembros individuales de la burguesía, así, los burgueses de todos los países
fraternizan y se unen contra los proletarios de todos los países, a pesar de sus
conflictos mutuos y su competencia en el mercado mundial.
En Francia, un país que conoce bien y sobre el que ha escrito extensamente, el
presidente de la República Emmanuel Macron tiene la intención de llevar a cabo
una política de liberalización económica en el nombre del "sentido común". Más
competencia, ¿es esa la razón?
Decir que algunas ramas de la producción no se han desarrollado aún hasta llegar
a la competencia, y que otras no han alcanzado todavía el nivel de la producción
burguesa, es pura palabrería que no prueba en lo más mínimo la inevitabilidad de
la competencia.
Se trata más bien de presentar la producción como regida por leyes eternas de la
naturaleza, independientes de la historia, ocasión esta que sirve para
introducir subrepticiamente las relaciones burguesas como leyes naturales
inmutables de la sociedad concebida en abstracto. Esta es la finalidad más o
menos consciente de todo este procedimiento.
Con el proyecto de ley PACTE, el gobierno francés tiene la intención de promover
la participación de los empleados en los beneficios de las empresas para aliviar
las tensiones sociales. Esto nos lleva a la idea, ya defendida en la reforma del
mercado laboral, de que el diálogo social es mejor a nivel de empresa y que es
necesario despolitizar, de alguna manera, este diálogo. ¿Qué le parece esta
visión?
La condición de la emancipación de la clase obrera es la abolición de todas
las clases, del mismo modo que la condición de la emancipación del tercer
estado, del orden burgués, fue la abolición de todos los estados y de todos
los órdenes.
En el transcurso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la antigua
sociedad civil por una asociación que excluya a las clases y su antagonismo; y
no existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el poder político es
precisamente la expresión oficial del antagonismo de clase dentro de la
sociedad civil.
Mientras tanto, el antagonismo entre el proletariado y la burguesía es la lucha
de una clase contra otra clase, lucha que, llevada a su más alta expresión,
implica una revolución total. Por cierto, ¿puede causar extrañeza que una
sociedad basada en la oposición de las clases llegue, como ultimo desenlace, a
la contradicción brutal, a un choque cuerpo a cuerpo?
No diga que el movimiento social excluye el movimiento político. No hay jamás
movimiento político que, al mismo tiempo, no sea social. Sólo en un orden de
cosas en el que ya no existan clases y antagonismo de clases, las evoluciones
sociales dejaran de ser revoluciones políticas.
Sin embargo, el gobierno quiere que el "trabajo pague" y "poner a Francia a
trabajar". ¿No son buenos objetivos?
El trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en
su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz,
sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que
mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente
en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no
trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario,
sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad,
sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo.
Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como
no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como
de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un
trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador
se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que
no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a si mismo, sino a
otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la
mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él,
es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la
actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la
pérdida de sí mismo.
Francia ha suprimido el impuesto sobre el patrimonio y reducido la tributación
de los rendimientos de capital. El objetivo del gobierno es apoyar la
producción. ¿Es usted de la misma opinión?
Se olvida que despilfarro y ahorro, lujo y abstinencia, riqueza y pobreza son
iguales la voluntad del capitalista consiste en embolsarse lo más que pueda. Y
lo que hay que hacer no es discurrir acerca de lo que quiere, sino investigar su
poder, los límites de este poder y el carácter de estos límites.
Así, pues, a medida que crece el capital productivo, la competencia entre los
obreros aumenta en una proporción mucho mayor. La remuneración del trabajo
disminuye para todos, y el peso del trabajo aumenta para algunos.
Con la masa de objetos crece, pues, el reino de los seres ajenos a los que el
hombre está sometido y cada nuevo producto es una nueva potencia del reciproco
engaño y la reciproca explotación. El hombre, en cuanto hombre, se hace más
pobre, necesita más del dinero para adueñarse del ser enemigo, y el poder de su
dinero disminuye en relación inversa a la masa de la producción, es decir; su
menesterosidad crece cuando el poder del dinero aumenta. La necesidad de dinero
es así la verdadera necesidad producida por la Economía Política y la única
necesidad que ella produce. La cantidad de dinero es cada vez más su única
propiedad importante. Así como él reduce todo ser a su abstracción, así se
reduce él en su propio movimiento a ser cuantitativo. La desmesura y el exceso
es su verdadera medida.
¿Usted no cree entonces en ninguna "goteo" o en el efecto beneficioso de las
"reformas"?
La tendencia general de la producción capitalista no es a elevar el salario
normal promedio, sino a bajarlo.
Eso explicaría la evolución actual de aumento de la desigualdad ... ¿Deberían
centrarse en este tema las políticas de la oposición?
Como dice mi camarada Engels, la concepción de la sociedad socialista como el
reino de igualdad, es una idea unilateral francesa, apoyada en el viejo lema de
«libertad, igualdad, fraternidad»; una concepción que tuvo su razón de ser como
fase de desarrollo en su tiempo y en su lugar, pero que hoy debe ser superada,
al igual que todo lo que hay de unilateral en las escuelas socialistas
anteriores, ya que sólo origina confusiones, y porque además se han descubierto
fórmulas más precisas para presentar el problema.
En vez de la vaga frase redundante: "la supresión de toda desigualdad social y
política", lo que debiera decirse es que con la abolición de las diferencias de
clase, desaparecen por si mismas las desigualdades sociales y políticas que de
ellas emanan.
¿Cuál es su opinión sobre la socialdemocracia, ahora en profunda crisis en todas
partes?
El carácter peculiar de la socialdemocracia consiste en exigir instituciones
democrático-republicanas, no para abolir a la par los dos extremos, capital y
trabajo asalariado, sino para atenuar su antítesis y convertirla en armonía. Por
mucho que difieran las medidas propuestas para alcanzar este fin, por mucho que
se adorne con concepciones más o menos revolucionarias,
el contenido es siempre el mismo. Este contenido es la transformación de la
sociedad por vía democrática, pero una transformación dentro del marco de la
pequeña burguesía. No vaya nadie a formarse la idea limitada de que la pequeña
burguesía quiere imponer, por principio, un interés egoísta de clase. Ella cree,
por el contrario, que las condiciones especiales de su emancipación son las
condiciones generales fuera de las cuales no puede ser salvada la sociedad
moderna y evitarse la lucha de clases.
¿Es necesario, por tanto, propiciar una “convergencia de las luchas” o esperar
que los distintos descontentos sociales se encuentren?
La emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos. Todos
los esfuerzos dirigidos a este gran fin han fracasado hasta ahora por falta de
solidaridad entre los obreros de las diferentes ramas del trabajo en cada país y
de una unión fraternal entre las clases obreras de los diversos países.
Los sindicatos actúan útilmente como centros de resistencia contra las
usurpaciones del capital. Fracasan, en algunos casos, por usar poco
inteligentemente su fuerza. Pero, en general, fracasan por limitarse a una
guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de
esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo, en vez de emplear sus fuerzas
organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera; es
decir, para la abolición definitiva del sistema del trabajo asalariado.
El presidente Emmanuel Macron, en una entrevista reciente, ha afirmado ser "la
emanación del gusto de los franceses por lo novelesco" y "el instrumento de algo
que va más allá de si mismo". ¿Usted lo ve así?
En la vida corriente cualquier tendero sabe distinguir muy bien entre lo que
alguien pretende ser y lo que de veras es. Pero nuestros historiadores no han
alcanzado aún ese trivial conocimiento. En cada época creen a pies juntillas lo
que esta dice de si misma y lo que se imagina ser.
¿Es decir?
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho
en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la
sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene
a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al
mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le
sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de
los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son
otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las
mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las
relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las
ideas de su dominación.
Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas,
la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como
clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende
de suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas,
también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y
distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo,
las ideas dominantes de la época.
Si los que están en las cimas del Estado tocan el violín, ¿qué cosa más natural
sino que los que están abajo bailen?
¿No le ha convencido el primer año de mandato del presidente francés?
Quisiera aparecer como el bienhechor patriarcal de todas las clases. Pero no
puede dar nada a una sin quitárselo a la otra. Quisiera robar Francia entera
para regalársela a Francia. Empujado por las exigencias contradictorias de su
situación, obligado como un prestidigitador a sacar un conejo tras otro de su
chistera para mantener fijos los ojos del público, pone toda la economía
burguesa al revés, crea la anarquía en nombre del orden.
Su opinión sobre Francia hoy es por lo tanto crítica…
Si alguna vez un período histórico fue gris, es este: el genio colectivo oficial
de Francia ultrajado por la estupidez ladina de un solo individuo; la voluntad
colectiva de la nación, cuantas veces habla en el sufragio universal, busca su
expresión adecuada en los enemigos empedernidos de los intereses de las masas,
hasta que, por último, la encuentra en la voluntad obstinada de un filibustero.

Karl Marx

(1818-1883), filósofo, economista y dirigente de la Asociación Internacional de
Trabajadores. Esta entrevista ficticia consiste en extractos de las obras de
Karl Marx, a veces ligeramente redactados para facilitar la lectura. Las citas
son de traducciones al castellano de La ideología alemana, La filosofía de la
miseria, los Manuscritos de 1844, Discurso sobre el Partido Cartista, Alemania y
Polonia, Discurso sobre el libre comercio, El 18 Brumario de Luis Bonaparte,
Crítica de la economía política, Precio, salarios y ganancias, El Capital, las
Glosas sobre el programa de Gotha y Erfurt, los Estatutos de la Internacional y
la Correspondencia. La cita "Todo lo que sé es que yo no soy marxista" es de
Engels, en carta a Bebel, recordando una conversación con Karl Marx. Romaric
Godin, reconocido periodista económico, colaborador de Mediapart. Edición
castellana de Enrique García para SP.
 
Fuente:
https://www.mediapart.fr/tools/print/745520

In
SIN PERMISO
http://www.sinpermiso.info/textos/la-emancipacion-de-la-clase-obrera-debe-ser-obra-de-los-obreros-mismos-entrevista
6/5/2018

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