terça-feira, 15 de setembro de 2015

Los obreros de Barcelona edificaron en 1936 una sociedad paralela, al margen de la burguesía




Entrevista a Josep Antoni Pimentel, autor de “Barricada. Una historia de la
Barcelona revolucionaria”

Enric Llopis

Rebelión


A partir del 18 de julio de 1936 Barcelona experimentó una transformación
radical. La clase obrera, en un proceso impulsado por la CNT, colectivizó la
mayor parte de las empresas: la industria, el sector de la construcción, los
servicios públicos, transporte, cines, hoteles o distribución de alimentos. “Los
obreros habían creado su propia sociedad al margen de la burguesía”, destaca
Josep Pimentel, autor de “Barricada. Una historia de la Barcelona
revolucionaria” (Centre d’Estudis Llibertaris Federica Montseny de Badalona). El
protagonista de este libro de cien páginas es el obrero manual, que se situaba
en primera línea de la barricada emancipadora. “No me interesan los líderes”,
afirma el autor.

El origen de la experiencia revolucionaria se remonta a 1870, cuando el
proletariado, en Barcelona de tendencia mayoritariamente bakuninista, empieza a
organizarse de manera autónoma en escuelas racionalistas, cooperativas,
proyectos editoriales, teatros… La calle, extensión del hogar proletario, y la
barriada también fueron espacios centrales de socialización en el primer tercio
del siglo XX. Josep Pimentel, diplomado en Relaciones Laborales, licenciado en
Humanidades e historiador vocacional, resume algunos de los aspectos más
novedosos de su investigación: la receptividad del anarquismo a las demandas
populares (“La CNT era más que un sindicato; abordaba todos los problemas de la
vida cotidiana y llegaba allí donde el estado fallaba); el hambre como factor
explicativo del final de los procesos revolucionarios; y la importancia de la
venta ambulante como forma de autoayuda revolucionaria.

-¿Cómo ha tratado la historiografía, en términos generales, la experiencia
revolucionaria que vivió Barcelona entre julio de 1936 y finales de 1938?

La historiografía clásica se ha centrado en analizar la experiencia
revolucionaria desde la perspectiva de los líderes que participaron en esta
revolución, y en algunos casos se ha tratado de explicar estos hechos bajo un
punto de vista más político que social. Una parte de la historiografía oficial
no ha tenido interés en estudiarla a fondo, han pasado de puntillas y han
relativizado la importancia de los hechos revolucionarios en Barcelona y otros
puntos de la península.

Actualmente, la nueva historiografía se centra en estudiar la experiencia
revolucionaria bajo la óptica de los obreros manuales y sus familiares, que
participaron directamente en los hechos. Nos interesa reconstruir la historia de
la gente anónima y de base. También está despertando el interés entre la nueva
historiografía, estudiar la importancia y la implantación de la cultura
autogestionaria y de apoyo mutuo de los barrios populares, y la posterior
participación de estos obreros en los hechos revolucionarios. Autores como Chris
Ealman, Xavier Díez o Miquel Izard son prueba de que los enfoques de la nueva
historiografía van por el camino de conceder importancia a los hechos
revolucionarios bajo un análisis histórico diferente.

-El libro toma como punto de partida las memorias de Pedro García Martínez, un
barcelonés hijo de inmigrantes andaluces. ¿Cuáles son los trazos gruesos de su
recorrido vital y por qué lo has escogido como elemento conductor del libro?

Pedro es hijo de uno de estos obreros manuales que participó plenamente en la
revolución. Su padre, al igual que sus tíos, se afilió a la CNT. El padre de
Pedro perteneció al sindicato de la construcción. Pedro García Martínez nació en
el barrio barcelonés de Can Tunis, como tantos hijos de inmigrantes recién
llegados a Barcelona en las primeras décadas del siglo XX. Su familia se
traslada al barrio de La Ribera (Casco Viejo de la ciudad), donde vivirá los
hechos revolucionarios.

Lo he escogido como hilo conductor del libro puesto que su experiencia vital es
la de los verdaderos protagonistas de esta revolución, los obreros manuales y
sus familiares. Las memorias de Pedro García han aportado a este libro, la
importancia de la calle como elemento socializador, el concepto de solidaridad y
la importancia de una “sociedad paralela”.

-En numerosos pasajes se subraya precisamente la consolidación de una “sociedad
paralela” como elemento clave del periodo revolucionario (julio de 1936-finales
de 1938) en Barcelona. ¿En qué consistió esta “sociedad paralela” y cuáles
fueron sus orígenes? ¿Le hizo falta a la CNT destruir el aparato estatal para
construirla?

Los obreros y sus familias estaban organizados en Barcelona al margen de la
sociedad burguesa construida por encima de la Diagonal (avenida que separaba la
Barcelona popular de la burguesa). Los orígenes de esta “sociedad paralela” se
remontan a 1870, con la adhesión de las sociedades obreras barcelonesas a la
Asociación Internacional de Trabajadores, de tendencia bakuninista, que junto a
un fuerte sentimiento antiestatal de la sociedad civil, hizo que los obreros
tomaran consciencia de la necesidad de organizarse al margen del estado.

Los obreros habían creado su propia sociedad al margen de la burguesa. Tenían
sus escuelas racionalistas a las que asistían sus hijos e hijas, contaban con
sus propios periódicos, editoriales, centros excursionistas, cooperativas,
teatros… El papel del estado era residual, y lo asociaban con la represión y la
beneficencia. A modo de ejemplo, la escuela racionalista Natura del Clot fue un
auténtico “vivero” de revolucionarios, como definió Abel Paz. En ella estudiaron
muchos de los revolucionarios de este barrio barcelonés que formaron parte de
las Juventudes Libertarias, durante el periodo de la revolución. A diferencia de
la Revolución rusa o la francesa, en Barcelona no creyeron necesario destruir el
aparato estatal. No necesitaron otras estructuras que las propias para
desarrollar la revolución.

-¿Qué representaron las barricadas en la Barcelona revolucionaria? ¿Aparecieron
por primera vez en julio de 1936?

Las barricadas fueron un elemento externo diferenciador y a su vez simbólico. Se
construyeron de forma espontánea en toda la ciudad, principalmente en los
barrios obreros. Simbolizaban la rebeldía y a la vez la unión para hacer frente
a las injusticias. El hecho de que se construyeran de forma espontánea no
implica necesariamente que estuvieran descoordinadas. Se organizó, durante los
primeros días de la revolución, la Federación de Barricadas, cuyo objetivo
principal fue el defensa y control del espacio urbano por parte de los obreros.
También tuvo otras funciones, como la de proveer alimentos a los comedores
populares o la de controlar la inscripción de los voluntarios en las milicias
del pueblo. Podemos considerar la Federación de Barricadas como una de las pocas
instituciones revolucionarias constituidas por esos obreros de base.

Las barricadas fueron una constante en las luchas de esta ciudad, llamada “La
Rosa de Fuego”. Formaron parte de la tradición de protesta, muy arraigada, de
los barrios barceloneses. Aparecieron en la Semana Trágica en 1909 y también se
volvieron a ver en Barcelona durante los hechos de mayo de 1937. Diversos
testimonios de la época me han comentado que algunos obreros llevaban en el
bolsillo siempre una cuchara para ser utilizada como palanca para poder separar
el primer adoquín del suelo, para acto seguido poder levantar una barricada.

-En “Barricada. Una historia de la Barcelona revolucionaria” se destaca la
importancia de la calles (“como extensión de la casa proletaria”) y de los
barrios. ¿Qué sentido tenían estos espacios para la clase obrera del primer
tercio del siglo XX?

La calle era el espacio de socialización donde discurría la vida. Las casas de
los obreros eran de dimensiones reducidas, por lo que la calle era una extensión
de la vida proletaria. Todo el mundo se conocía, y esto hizo que la solidaridad
brotara con facilidad. Actualmente sería difícil porque en las ciudades actuales
no conocemos ni al vecino del rellano. En períodos de represión, por ejemplo
durante la dictadura de Primo de Rivera, se clausuraron los sindicatos pero la
actividad siguió, porque ésta se realizaba en la calle.

Para autores como Susana Tavera, en períodos represivos donde la actividad
sindical disminuyó, la capacidad revolucionaria se mantuvo indemne gracias al
mantenimiento de formas de sociabilidad juvenil como las peñas, las cuadrillas o
las tertulias que se podían desarrollar sin problemas en la calle, que era un
espacio de socialización imposible de clausurar. La calle era un espacio
abierto, hoy en día no lo es.

-La CNT fue el sindicato mayoritario en la década de los 30. Dos tercios de los
obreros de la ciudad estuvieron afiliados a esta organización. ¿De qué modo
operaba la CNT?

La CNT era más que un sindicato, entendido desde un punto de vista clásico. Era
la puerta de entrada de los inmigrantes que llegaban a Barcelona. Fue la única
organización que estuvo dispuesta a acoger a los inmigrantes tal y como eran.
Acogía a todo aquel que tuviera cualquier tipo de problema o necesidad. Abordaba
todos los problemas de la vida cotidiana, llegaba allí donde el estado fallaba.
Facilitaba contactos para obtener una vivienda, ayudaba a que los obreros recién
llegados pudieran escolarizar a sus hijos en sus escuelas racionalistas.
Permitía que los obreros y sus familias se integraran en las actividades
culturales y lúdicas de los barrios obreros. Hacía la vida más fácil a los
obreros y sus familias. Era una herramienta al servicio de las clases populares.

La CNT se organizaba a través de sindicatos de barriada. Este hecho permitió que
los obreros no se tuvieran que desplazar a otras zonas de la ciudad e incentivó
una afiliación más participativa e implicada en la toma de decisiones que
afectaban tanto a la resolución de conflictos sindicales como a aspectos de la
vida que inquietaba a las clases populares.

-¿Qué rol desempeñó en la Barcelona revolucionaria (a partir de julio de 1936) y
en los años previos el proletariado inmigrante?

El verdadero protagonista de la revolución fue el obrero manual y especialmente
el inmigrante que llegó a Barcelona durante las primeras décadas del siglo XX.
Como apunta José Luís Oyón, el 80% de los milicianos había llegado a Barcelona a
partir de 1910 y los barrios que más milicianos aportaron fueron las segundas
coronas y el centro histórico, donde se concentraban estos obreros manuales.

Los principales bastiones de afiliación y militancia de la CNT se situaban en
los barrios periféricos y en el centro histórico, lugares de residencia de
obreros menos cualificados y procedente de la inmigración más reciente. El
sindicato del ramo de la construcción era uno de los sindicatos con mayor
afiliación confederal en la Barcelona republicana. La gran mayoría de estos
obreros se había afiliado a la CNT y puesto que no tenían nada que perder, la
revolución fue una puerta que se les abrió para cambiar la sociedad injusta en
la que vivían.

-¿Hubo también una revolución de la vida cotidiana en este “corto verano de la
anarquía” (Enzensberguer)? ¿Cuáles fueron los cambios principales en la
existencia diaria de los obreros barceloneses?

Fue un soplo de aire fresco, una primavera dentro de este “corto verano de la
anarquía”. Los obreros soñaron despiertos. En las Ramblas de Barcelona,
desaparecieron las corbatas y los sombreros, que eran el símbolo externo de la
burguesía. Se suprimieron las propinas al considerarse indignas. Desapareció la
mendicidad, se crearon comedores populares, ubicados en sedes de sindicatos, en
antiguos establecimientos hoteleros y en otros espacios antes ocupados por
órdenes eclesiásticas o burguesas.

El comedor popular que más literatura ha tenido y que más recuerdos ha generado
entre los testimonios recogidos fue el Hotel Gastronómico número 1 (antiguo
Hotel Ritz). En esta Barcelona revolucionaria, se repartían unas 50.000 raciones
de comida a diario.

Las casas de empeño y usura vieron como los objetos empeñados fueron recuperados
por sus dueños. A causa del hambre muchas familias obreras habían empañado los
pocos objetos de valor que poseían. Mayoritariamente, las mujeres de los obreros
fueron recuperando sus objetos empeñados y con ellos la dignidad perdida. El
principal objeto recuperado fue la máquina de coser, también recuperaron
colchones y objetos de ajuar.

En la prensa de la época, se publicaron avisos ofreciendo la posibilidad de
recuperar sus puestos de trabajo a obreros despedidos por represalias patronales
de años anteriores. El 25 de agosto de 1936 se ofrecía la posibilidad de
readmisión a los trabajadores se que se encontraran sin ocupación represaliados
por los despidos del año 1928 en la empresa La Maquinista Terrestre y Marítima.

-¿En qué consistieron las colectivizaciones y a qué sectores afectaron? ¿Aporta
el libro alguna investigación historiográfica nueva sobre la cuestión?

El colectivismo es una tradición arraigada dentro del anarcosindicalismo
peninsular organizado, recogido en sus congresos. La colectivización fue la obra
constructiva de la revolución en Barcelona, en la que los propios trabajadores
controlaron las empresas.

En Barcelona se colectivizó la gran mayoría de las empresas: la construcción, la
industria, los servicios públicos, los transportes, las peluquerías, los
teatros, los cines, los hoteles, la distribución de alimentos… En el libro he
analizado con especial atención la colectivización del metro de Barcelona. He
podido consultar la memoria de la empresa colectivizada de 1936 y 1937, y
analizado los cambios que se produjeron con la gestión colectivizada de este
servicio público. Es significativo que la antigua dirección privada de la
compañía había destinado entre 1932 y el 18 de julio de 1936 más de 1.300.000
pesetas a subvencionar a la prensa y la radio, a agentes de Cambio y Bolsa, a
viajes a Madrid y otros gastos de difícil justificación, en un intento claro de
comprar consciencias para obtener beneficios posteriores. ¿Nos suena a
corrupción, verdad?

El Comité Obrero de la colectividad de los Ferrocarriles Metropolitanos de
Barcelona instauró un sistema tarifario integral en el cual por un precio de 10
céntimos el viaje (anteriormente costa 15 céntimos) podías utilizar el metro, el
tranvía y los autobuses de forma enlazada. El transporte público pasó a ser
gratuito para niños, ancianos, accidentados, milicianos heridos y personas con
minusvalía. Sorprende lo que llegaron a hacer los obreros organizados sin
patrones. El ejemplo de las colectividades en Barcelona debería ser conocido por
todo el mundo por cómo una gran ciudad europea se organizó sin clases sociales.

-¿Se sumaron a las colectivizaciones los cuadros técnicos y responsables de las
empresas?

A diferencia de la Revolución Rusa, una parte considerable de los cuadros
técnicos se sumó y se integró en las colectividades. A modo de ejemplo, en la
Colectividad de los Ferrocarriles Metropolitanos de Barcelona diversos delegados
de estación, mecánicos electricistas, contables y un delegado de ruta, se
integraron en las colectividades. En la Colectividad de la España Industrial,
los responsables se marcharon al extranjero y la mayoría de los cuadros técnicos
se integraron en la colectividad, entre ellos, Rabadà, Labuena, o Joaquim
Albunia. En cambio la mayoría de los responsables de las empresas se marchó de
Barcelona. Pero en otros casos, y especialmente en pequeñas empresas, los
responsables se integraron. Es el caso de miembros de la empresa familiar
Juliachs, situada en el barrio de Sant Antoni de Barcelona y dedicada a la
comercialización de muebles.

-¿Cuál fue la reacción de la prensa burguesa a las colectivizaciones?

La prensa burguesa en general ha criticado las colectividades porque supusieron
un cambio en el orden que ellos representaban. A pesar de que varios autores han
demostrado que eran más eficientes, productivas y justas, siempre se les ha
intentado criticar e ignorar. Por eso está en nuestras manos explicar cómo
funcionaron y por qué fueron tan importantes para la emancipación de los
obreros.

-¿Fueron la “chusma” y los “bajos fondos” (expresiones con las que la prensa
conservadora se refería a los obreros rebeldes) los protagonistas de la
revolución, o correspondió más bien a los obreros manuales la primera posición
en la barricada?

En muchos casos, el obrero rebelde era también el obrero manual. Lo que yo
analizo en este libro es el papel del obrero manual, que se situó en primera
línea en la barricada y salió a defenderse del golpe de estado; inició asimismo
una revolución sin precedentes en la Europa occidental. Para mí, el protagonista
de la revolución es el obrero manual, sin perjuicio de que participaran obreros
rebeldes que no fueran trabajadores manuales. La prensa conservadora de la época
utilizaba el término despectivo de “murcianos” para referirse a los elementos
más conscientes de la clase obrera barcelonesa. De esta forma, pretendía que se
asociara radicalismo con inmigración, pero no lo consiguieron.

-Dedicas un capítulo del libro a la violencia revolucionaria. ¿En qué consistió
y cuál fue el contexto en que ésta se desplegó?

La violencia es un elemento que hay que tener presente cuando se estudia una
revolución, pero no se ha de convertir en el único hilo argumental de la misma.
Creo que la causa de esta violencia que se produjo durante los primeros meses de
la revolución hay que buscarla en las terribles desigualdades sociales y
económicas que sufrieron las clases populares durante décadas. La represión
durante la dictadura de Primo de Rivera y la continua presión institucional y
judicial contra el anarquismo organizado, provocó mucho resentimiento acumulado
que se desbordó durante los primeros meses de la revolución. Esta violencia
consistió en la ira contra los símbolos y la violencia contra las personas. La
ira popular se centró especialmente contra los símbolos religiosos. A diferencia
de lo que se pueda creer, en Barcelona se destruyeron 13 de los 236 edificios
religiosos existentes en 1936.

Durante los primeros meses de 1936, aunque se cometieron excesos, también se
empezó a ejercer control contra esta primera violencia espontánea, mediante la
instauración de la Oficina Jurídica promovida por Eduardo Barriobero y otros
jóvenes juristas. El propósito de ésta era administrar justicia de forma
directa, rápida y eficaz.

-Mucho se ha escrito sobre los sucesos de la Telefónica (mayo de 1937). ¿Qué
conclusión extraes después de las investigaciones realizadas?

Que los hechos de mayo de 1937 representan la desconexión entre los
protagonistas de esta revolución, los obreros manuales que estaban en las
barricadas, y los líderes de las organizaciones sindicales que estaban por otras
cuestiones menos mundanas. Desde el diario Solidaridad Obrera y desde la radio
se arengaba a que se desmontaran las barricadas y cesaran los combates en las
calles de Barcelona. El 7 de mayo de 1937, proclamaban por radio: “¡Abajo las
barricadas! ¡Que cada ciudadano se lleve su adoquín! ¡Volvamos a la
normalidad!”. Que estos líderes solicitaran el desmantelamiento de las
barricadas suponía renunciar a la principal fuente de poder de la Barcelona
revolucionaria, que era la calle.

-Por último, ¿qué factores terminaron a finales de 1938 con el periodo
revolucionario que vivió Barcelona?

Hubo, entre otros, tres factores que contribuyeron al desvanecimiento del
período revolucionario: el hambre, los hechos de mayo y los bombardeos
indiscriminados sobre la población civil. El hambre, puesto que cuando escasea
el alimento, la revolución pasa a un segundo plano y la búsqueda de alimento se
convierte a partir de julio de 1937 en la principal preocupación de los
habitantes de Barcelona. La falta de abastecimiento de productos de primera
necesidad hace que en Barcelona resurjan los vendedores ambulantes y se
generalice el intercambio. Los hechos de mayo, analizados en la pregunta
anterior es otra de las causas del desvanecimiento de la revolución. Por último,
los bombardeos indiscriminados contra la población, cuyo objetivo principal era
sembrar el terror entre la población civil, desmoralizarla y minar su
autoestima. Fue la primera vez que se lleva a la práctica y de forma
indiscriminada el bombardeo contra una gran ciudad europea.

En las terribles jornadas del 18 de marzo de 1938 fueron asesinadas por las
bombas más de 1.000 personas y 3.000 heridas de diversa consideración. La
mayoría de los barrios obreros de Barcelona quedaron destrozados por las bombas.
En la Barceloneta, dos de cada tres edificios quedaron dañados por los efectos
de los bombardeos. Estos tres elementos, unidos a la pérdida de la guerra,
provocaron que el 26 de enero de 1939 Barcelona fuera ocupada por las tropas
franquistas y que a continuación llegara la represión, la prisión, las
ejecuciones, la humillación y el exilio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.

In
REBELION
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15/9/2015

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